Experimentando con una mini de licor

Al igual que muchos de los lectores, he tenido grandes decepciones al ver varias de mis minis evaporarse, perdiendo ese espíritu que hace una verdadera mini “el licor”.

En mi afán por recuperar este espíritu de la botellita, he examinado muchos escritos, publicaciones, consejos, links, etc.; que han creado una preocupación en mi por los métodos nada conservadores que se utilizan, para los cuales se necesita cierta experiencia previa; aumentando el licor, pero comprometiendo la integridad del tapón que ya se ha visto afectada con anterioridad por varios factores que todos nosotros conocemos.

Son precisamente estos los culpables de la evaporación y/o derrame del contenido del envase, factores como la mala seguridad de la tapa, fisuras, golpes, abolladuras, minis llenadas, pérdida del hermetismo del sistema de cierre, etc.

Al examinar las distintas publicaciones sobre el tema en cuestión, he notado que se trata a la mini como un objeto dañado por estar vacía; olvidándose de que posee espíritu “licor”, que se es lo que hace una mini. Por lo que por mi parte (debido a mi carrera médica) se debe considerar a las botellas como enfermas, teniendo que tratar el mal en post de su etiología (es la ciencia que estudia las causas de las cosas).

Siendo la principal etiología el daño del cierre hermético de la tapa, me parece algo ilógico que se agreda al tapón haciéndole agujeros con agujas, cortándolo y peor aún sacándolo, en mi experiencia algo muy difícil de hacer y que compromete la estética posterior al relleno.

Al ser practicante de una carrera odontológica, pensé porque no hacer un calce (calza, obturación) a la mini, algo loco no. Entonces puse manos a la obra y experimente con una mini de licor utilizando ayudas dentales, y este fue el resultado en cuanto a la conservación del tapón correspondiente.

Pero en qué consiste la técnica se preguntaran. Utilizando medios dentales que pueden ser fácilmente sustituidos por herramientas y productos que se encuentran en depósitos dentales y ferreterías.

Es principio básico consiste en realizar un agujero en la botella sin comprometer a la tapa, utilizando una turbina dental que puede ser sustituida por una maquina dremel (que se la consigue en toda ferretería), en conjunto con una “fresa diamantada en forma de pera de piso activo”, de la más fina que se pueda encontrar estas son de uso dental y se las puede conseguir en cualquier deposito dental o se le puede pedir a un profesional odontólogo que le facilite la fresa.

Con esto se procede a realizar un agujero en la parte superior del cuello de la mini, por encima del nivel de licor que se quiera reponer, pero con cuidado de no agredir a la tapa, con la fresa descrita se puede conseguir un agujero imperceptible como apreciamos en las siguientes imágenes.

Cuando ya se tenga hecho el pasadizo hacia el interior de la botellita, colocamos el licor a restituir en una jeringuilla cualquiera, preferiblemente jeringuillas de insulina que son las más finas.

 

Luego procederemos a sellar el pasadizo que hemos creado, esto lo podemos hacer con varios productos que se consiguen fácilmente como silicona, que es lo más conveniente y barato; pero si queremos un buen sellado utilizaremos acrílico de uso odontológico el cual se consigue con facilidad en un deposito dental y es fácil de manipular, en mi caso utilice resina de composite, que es más cara y requiere de cierta experiencia y mecanismo de utilización, con esto procedemos a sellar el agujero que hemos creado, esperamos que endurezca, quitamos los excesos si existiesen, y listo, tenemos nuestra mini llena de nuevo.

Aunque el método que acabo de exponer, resultaría muy complejo de entender, es fácil de realizar y no toma más allá de 5 a 10 minutos, dejándonos grandes resultados como podemos observar. El único punto en contra que puedo exponer es que resultaría difícil encontrar una turbina para hacer el agujero previsto para el relleno. Pero si conocen un odontólogo que les puede ayudar, que esperan, anímense ya que da buenos resultados.

 

 

 

Por  Byron Miranda

Socio y colaborador de Tisaleo - Ecuador

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